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miércoles, 20 de marzo de 2013

Mi Doctor Faustus



No me atrevo a ser ese ser antipático y solipsista que Thomas Mann pinta. El hombre presa del demonio de la creación, que está siempre trabajando durante días y años, siempre obsesionado y preocupado por su obra, ¿será alguna vez un hombre agradable?  Confieso que cambié un par de palabras en esta traducción de Doctor Faustus. Me parece ocioso explicar por qué. Hace más de cuarenta años estudié alemán en la Universidad del Valle y aunque no practico la traducción y ni siquiera el idioma, me siento autorizado para arreglar el párrafo, más por la intuición que me da el oficio y los años de literato que por auténtico conocimiento fundamentado. La idea de los cóagulos narrativos y su simetría con lo que he llamado redes neuronales, me impulsa a asociar libremente. Eso estoy haciendo. Cada idea nueva, cada desarrollo que emprendo, es como una especie de nuevo inicio.Eso es lo que guía mi trabajo actualmente.

sábado, 16 de marzo de 2013

Huberto Batis y sus comas

Por sus comas los conoceréis, de Huberto Batis
 Marco Tulio Aguilera

Huberto Batis es uno de esos personajes —más que persona es un personaje—que van más allá de una época y de una definición, más allá de un grupo, que rebasan las fronteras una y otra vez: inquieto, atrevido, iconoclasta, ha marcado a la literatura mexicana de una forma que todavía no se alcanza a comprender. Mónica Braun —una de las plumas más osadas que tuvo en sábado de unomásuno (no olvido un texto suyo, de un atrevimiento casi inaudito, en el que una niña llega a una tienda y por alguna razón que no recuerdo, termina chupándole al cálamo al dueño del establecimiento)—Mónica hizo una caracterización muy acertada, en uno de los textos que se incluyen en el libro Por sus comas los conoceréis[1],  que pretendo de alguna forma reseñar... lo que es bastante difícil, por la diversidad de textos, la disparidad de temas y el tamaño de la obra—. Así caracterizaba Mónica Braun  a Batis: “Neurótico, generoso y temible, de una franqueza desusada que intimida o molesta, reconocido erotómano, inagotable decidor de anécdotas...” ¿Qué fue, qué es Batis? En este volumen se intenta responder con una especie de muestreo de artículos alusivos a él, escritos por las plumas más diversas: Juan José Reyes, Juan Vicente Melo, Juan García Ponce, Juan de la Colina, Emmanuel Carballo, Enrique Serna, Alberto Ruy y muschos otros.
            El estilo de ser de Batis es irrepetible: insolente hasta el atrevimiento, para llegar hasta su corazón más tierno, hay que superar el umbral de la repugnancia, de la insolencia, de la soberbia, de la erudición. A mí me mentó la madre varias veces y yo le respondí apropiadamente. Recuerdo que me dijo: “Nadie lee tus porquerías”. Eso fue hace ya muchos años. Y este año me revela que sí había quien me leyera: Castro Leñero, García Ponce y otros amigos se reunían a divertirse con mis escritos, mientras yo allá en mi provincia jalapeña me sentía marginado, sin auditorio.
            Un alud de amigos se reunieron en este libro, Por sus comas los conoceréis, convocados por Batis y por las editoras Patricia Pineda y Mireya Vega, con el objetivo de celebrar un tiempo, una actitud, un largo atrevimiento. Si algún valor destaca entre los de Batis, el que más me impresiona, fue su capacidad de nadar contra la corriente del formalismo, del engolamiento, de la pretensión, de los intelectuales pretendidamente puros —puros mercenarios, habría que decir— que compraban a escondidas el sábado, lo leían de principio a fin, y luego juraban que jamás en su vida habían posado sus ojos en ese hoyo de pus, en ese degenere, en esa vergüenza suprema. Y Batis, como Quevedo... Ande yo caliente.
            La complicidad con Melo, García Ponce, Arredondo, hace un capítulo aparte. Su trabajo como editor, como director de revistas, como maestro universitario, todo ello se halla registrado en este libro, que es un merodeo en torno a otro libro que Batis queda debiendo: sus memorias, en las que debe contar todo lo que cuenta cuando se reúne con sus amigos: cómo se reunió con García Ponce para abuchear a Fernando del Paso cuando presentó JoséTrigo, el bochorno que pasó cuando lo invitaron a develar una placa de una obra de temática gay, donde diez o doce chicos bastante olorosos  se vapuleaban entre sudores en un escenario diminuto, la forma en que perdió su puesto de director de  sábado,  el largo comercio con las chicas del diván de Sábado, su difícil equilibrio entre el montón de locos maniáticos que eran los colaboradores de sábado. Pero sobre todo ello, su maniática afición a coleccionar papeles, revistas, fotos y periódicos, que lo convirtió en una especie de misántropo que con gran facilidad se habría ganado una docena de records Guiness ...cosa que a él, naturalmente, no le interesa. Vive en un mundo aparte, en el que el atrevimiento, la sinceridad, la falta de compromisos, la amistad de los valientes y los íntegros, es su auténtico paraíso.



[1] Huberto Batis, Por sus comas los conoceréis, CONACULTA, colección Periodismo Cultural, México, 2001.

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Para qué leer?

Marco Tulio Aguilera


Para consolarnos de la espléndida miseria de vivir una sola vida, con una sola esposa, con los mismos hijos de siempre, en el trabajo acostumbrado, para alimentarnos con los manjares más extraños y liberarnos de los vecinos latosos que miran con envidia nuestro pobre volkswagen e inventan chismes sobre nuestras costumbres más castas que la luna, para viajar sin pagar boleto alguno a las islas Fidji o a Katmandú y visitar las cumbres del Kilimanjaro y pescar ballenas blancas sin mojarnos, para disfrutar de  las más grandes pasiones sin sufrir sus consecuencias y sin que nos entren ganas de suicidarnos, para morir y resucitar impunemente y volar sin alas, para ser más sabios y más venales que Salomón, más felices que la felicidad más grande, para estar en una cárcel inmunda durante una vida entera sin padecer los ataques de las ratas y los mordiscos del hambre y los desasosiegos de la falta de amor, para abatir al enemigo con un papirotazo del índice contra el pulgar, para derrotar al tirano tiempo que pasa torturante mientras esperamos el autobús o la muerte de a  veras, para que los insultos y las injurias resbalen sobre nuestra piel de rinoceronte y podamos superar una gastritis, un cáncer o una suegra arrasadora, para tener argumentos contra los cobradores en tiempo de penuria y para conquistar a una mujer aparentemente inexpugnable, para conocer los más altos sortilegios del amor, las palabras más conmovedoras, las cumbres de la ironía o el despecho, para endulzar el café en tiempos de escasez  y sacar fuerzas de flaquezas y consuelo a la gordura irrefutable, para tener más argumentos que Quevedo sin sus lentes y poder defenderse ante los tribunales más arbitrarios, para abrir las puertas del sueño con un buen aperitivo, para vivir, en fin, a plenitud, sin limitarse a los estrechos límites del cuerpo y vivir mil vidas y amar a mil criaturas sorprendentes, para afrontar el trance final sin arrugar el ceño o pedir compasión a deidades mediocres o representantes vicarios, para eso, y para todo lo que falta, que no es mucho sino todo, para eso se hizo la lectura. Cuando lleguemos al instante del gran balance lo más probable es que el gran juez no nos pregunte “¿cuánto has pecado?” sino “¿cuánto has dejado de leer?”.

viernes, 8 de marzo de 2013

Juan Villoro presenta Poéticas y obsesiones, de Garramuño



CONTRA LA SOCIEDAD DE ELOGIOS MUTUOS: PRESENTACIÓN DE  POÉTICAS Y OBSESIONES. ENCUENTROS CON GARCÍA MÁRQUEZ

Mayra Zepeda Arriaga, Excélsior, México, 2 de marzo 2008

Juan Villoro presentó el libro más reciente de Marco Tulio Aguilera en la Feria del Libro del Palacio de Minería en el Distrito Federal, México, el pasado 2 de marzo. Dijo que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez (publicado por la Universidad Veracruzana en su colección Ficción) era un libro que se leía con enorme pasión y entusiasmo, porque había sido escrito con pasión y entusiasmo.
Dijo: “Así como Marco Tulio ha escrito grandes libros de cuentos y novelas que ya son clásicos de la literatura no sólo colombiana sino latinoamericana y de la lengua española en general, así escribió este libro, en el que con pericia de relojero desmontó y volvió a montar los mecanismos del cuento y la novela”.
                   Agregó: “Como el  buen panadero, Marco Tulio trabajó la masa con paciencia y entregó a la editorial de la Universidad Veracruzana un libro digno de figurar en las mejores bibliotecas y de ser estudiado por generaciones de aspirantes a escritores. La segunda parte del libro, la correspondiente a los encuentros con García Márquez, nos muestra a un escritor lleno de talento en todo su esplendor, frente a su genial maestro, García Márquez. Nadie, hasta ahora, que yo sepa, se ha enfrentado a Gabo con tanto desparpajo, con tanta autoridad, y paradójicamente, con tanto respeto”.
                   Juan Villoro abrió su ejemplar de  Poéticas y obsesiones  y dijo: “Voy a leer la dedicatoria que le hizo Marco Tulio a Gabo en su primera novela: ‘Para García Márquez, a quien pienso matar... literariamente’. A su vez Gabo le dedicó  El olor de la guayaba a Marco Tulio, de la siguiente manera: ‘Para Marco Tulio, de la competencia’.
                   “La crónica de los encuentros con García Márquez, que aparece en la segunda parte del libro —continuó diciendo Villoro— se lee con apasionamiento, como sucede con todo lo que escribe Marco Tulio. Se nota en ella la tremenda admiración de un autor por su modelo y también se nota la bonhomía, el cariño y el respeto que Gabo tiene por Marco Tulio, que es 22 años más joven. Algo que sin duda llamará la atención es el desparpajo del joven escritor, su atrevimiento, a veces su burlona admiración, frente a un escritor que es, ni más ni menos, el más querido del mundo”.
                Dijo Villoro que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez es una antología de antología que debería estar en las mejores bibliotecas latinoamericanas y ser lectura obligadtoria para todos los que quieren ser escritores de cuento o novela, incluso de crónica, pues, señaló “los encuentros con García Márquez convertidos en crónica por Marco Tulio son, a mi modo de ver, de lo mejor que se ha escrito en lengua castellana, comparable, por ejemplo a lo que hiciera Norman Mailer sobre Trópico de cáncer  o Sexus”.
                   Entrando a otro aspecto del libro de Aguilera Garramuño, Villoro destacó los ensayos y conferencias sobre Henry Miller y Nabokov. Dijo: “En nuestra generación considerábamos los libros de Miller como autoayuda. Pienso que el hecho de que un escritor de la talla de Marco Tulio Aguilera haya regresado a Miller con tanta pasión, presta un servicio de rescate a la literatura”.
                   Concluyendo dijo: “Sólo puedo terminar diciendo que de Marco Tulio se puede esperar lo mejor y que si él ha anunciado grandes cosas, como una parodia de Cien años de soledad,  que dice va a estar a la altura de su modelo, no tenemos más que creerle y sentarnos a esperar.”
El novelista Eusebio Ruvalcaba, que estaba anunciado como segundo presentador, no pudo asistir al Palacio de Minería, pero envió unas líneas encomiásticas: “De entrada, debo aclarar que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez se lee bajo una suerte de encantamiento, tal como si lo que se tuviera en las manos fuera una novela y no un volumen de ensayos.Ahora que se ha puesto tan de moda que los escritores se tiren tarascadas a modo de hienas hambrientas, es motivo de celebración y agradecimiento que venga un escritor experimentado y ponga sobre la mesa su juego de cartas. ¿Cuándo un escritor hace esto? Simplemente cuando tiene los pelos de la mula en la mano. Digo que ahí radica parte de la sustancia de Poéticas y obsesiones. La otra estriba en la profunda observación que el autor lleva a cabo de sus clásicos, es decir, de quienes para él son sus clásicos. Es justo la otra gran lección que se deriva del libro, y algo que sólo un escritor verdadero es capaz de dar: que cada quien tiene derecho a tener sus autores y que entre más estrictamente personal esa selección mejor todavía. Cuando un libro de éstos cae en mis manos, cuando un escritor me abraza a través de su honestidad clara y sencilla, no me queda más remedio que emborracharme a su salud. ¡Salud, Marco Tulio!”Germán Martínez, quien fungiera como moderador, también externó sus opiniones sobre el libro, opiniones, que aunque entusiastas, fueron moderadas. Cuando le tocó el turno al autor de  Poéticas y obsesiones, habló de forma bastante heterodoxa: dijo que era necesario hacerle una lobotomía y un examen minucioso al cerebro de Juan Villoro para descubrir de dónde salía un pensamiento tan lúcido, coherente, ordenado y elocuente, con puntos y comas, como si estuviera leyendo un discurso en el aire; dijo que admiraba a Eusebio Ruvalcaba, que había escrito una de las novelas más hermosas de la literatura mexicana, Desgajar la belleza, y que lo admiraba aun más por hablar maravillas sobre Poéticas y obsesiones, sin haberla leído; agradeció a Germán Martínez, de quien dijo tenía una vocación cristiana al servicio de la cultura y un escondido talento creador que no había dejado salir; dijo Marco Tulio que las presentaciones de libros eran aborrecibles porque se gastaban demasiados adjetivos magnificativos y que por ello en su próxima presentación iba a invitar a un enemigo para que hablara mal de su libro y equilibrara la balanza, incluso pronunció el nombre de su enemigo: Cristóbal Domingo Sabio. Luego habló sobre su obsesión con García Márquez. “Desde que leí  Cien años de soledad, en 1970, acostado en un catre destartalado, en una pensión de quinta en la ciudad de Cali, quedé atrapado. Escribí Breve historia de todas las cosas, una novela que fue publicada en Buenos Aires y comparada con  Cien años de soledad.  García Márquez llamó desdeParís para felicitarme por el libro. Luego, a lo largo de los años he recibido aliento de parte de Gabo. Según me contaron en su biblioteca mis libros, todos dedicados, ocupan un lugar privilegiado al lado de los de Álvaro Mutis”. Aguilera Garramuño que su libro Cuentos para  ANTES  de hacer el amor acaba de recibir su tercera edición mexicana en la editorial Educación y Cultura, y que en el año 2009 publicará con esa misma editorial  El imperio de las mujeres, libro que lleva el subtítulo de Cuentos  EN LUGAR  de hacer el amor. Agregó que actualmente está trabajando en una novela que será una parodia de Cien años de soledad y que no será una novela perfecta, como Cien años de soledad, sino una novela imperfecta, que en su imperfección encontrará su calidad. Dijo que esta novela será una fiesta de la imaginación. “Voy a destruir el lenguaje castellano, haré aportaciones de lenguajes arcaicos y de las lenguas que he estudiado, particularmente el italiano, el portugués y el griego antiguo.”No pararon aquí los planes, los proyectos, los propósitos de Aguilera Garramuño: “Pero el anterior no será mi trabajo mayor. Después de esta novela vendrá otra, que ahora está en 1111 páginas. Se llama  El sentido de la melancolía y servirá para cerrar un ciclo de novelas que he llamado El libro de la vida.  Hasta ahora he publicado tres: Las noches de Ventura/Buenabestia (Planeta, México y Plaza y Janés, Colombia), La pequeña maestra de violín (Universidad de Puebla) y  La hermosa vida  (CONACULTA, Colección Guardagujas.) La cuarta novela, inédita, se llama  El amor pleno. Es un proyecto novelístico del tamaño de  En busca del tiempo perdido”.Tras las anteriores palabras concluyó la emotiva presentación de  Poéticas y obsesiones. Una presentación diferente a todas las que ha presenciado esta reportera. Escuchando al autor uno  tiende a pensar que quizás Juan Villoro tenga razón: de Marco Tuilio Aguilera (Garramuño) se puede esperar lo mejor. La literatura colombiana y la latinoamericana tienen en este autor el mejor relevo, cuando haya desaparecido la generación del boom. Para terminar repetiré una frase del afamado crítico Raymond Williams: “Marco Tulio no necesita estar en el boom. Él puede hacer su propio boom.” Quizás ya lo haya hecho y no nos hemos dado cuenta. Lo grave del asunto es que el mismo Marco Tulio lo sabe. En una de sus entrevistas dijo: “Soy un continente inexplorado”.
México D.F. 2 de marzo de 2008


viernes, 1 de marzo de 2013

Guillermo Vega Zaragoza: sobre Historia de todas las cosas


AGUILERA GARRAMUÑO: EL PODER DE LA INVENCIÓN
 Marco Tulio Aguilera Garramuño, Historia de todas las cosas, Trama Editorial Madrid y Educación y Cultura, México, 2011, 515 pp.
 Por Guillermo Vega Zaragoza.
 Publicado con autorización de Revista Universidad Nacional de México

Así como se sigue considerando que todos los escritores mexicanos son hijos de Pedro Páramo, para muchos es casi ley que todos los escritores colombianos sean hijos de Aureliano Buendía. Pero en el caso de Marco Tulio Aguilera Garramuño (Bogotá, Colombia, 1949) no era para menos. En 1975, cuando sólo tenía 24 años, tuvo el infortunio de que su primera novela, Breve historia de todas las cosas la promoviera Ediciones de La Flor como que era mejor que Cien años de soledad y que Marco Tulio era un escritor mejor que Gabriel García Márquez pero sin bigote. Las coincidencias eran muchas (sin contar el hecho de que ambas fueron publicadas originalmente por editoriales argentinas): la historia de un pueblo y de sus pintorescos habitantes, el ánimo voraz de la novela total y una narrativa exuberante como la selva misma.
Sin embargo, en ese entonces muchos lectores se fueron con la finta. Ahora sabemos que Aguilera Garramuño no era ni es, ni por cerca, un seguidor del “realismo mágico”. Así lo demostraríacon su vasta obra posterior, que incluye más de treinta libros, los cuales han recibido diversos premios y reconocimientos, entre los que destaca el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí por sus célebres Cuentos para después de hacer el amor.
En el caso de su primera novela, se trató más bien de un ejercicio de parodia, pleno de humor, que se desdoblaba en una crítica más puntual a la idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos, retratando sus lacras, infortunios y desatinos, pero pocos parecieron entender el chiste.Uno de los pocos que apreciaron con justeza la apuesta fue ni más ni menos que Seymour Menton, quien señaló en La novela colombiana. Planetas y satélites (FCE, 2007): “Breve historia de todas las cosases una especie de parodia deCien años de soledad, que se distingue de su modelo por el tono predominantemente humorístico y por su afiliación con la novela autoconsciente, o sea la novela estilo Rayuela que comenta su propio proceso creativo”. Luego de hacer un análisis comparativo puntual y detallado entre las dos obras, Menton concluye: “Aunque no tenga las dimensiones universales y trascendentes deCien años de soledad, la novela de Aguilera Garramuño es de mayor magnitud que todos los otros satélites macondinos de la última década”.
Pero treinta y seis años después, Aguilera Garramuño decidió trabajar de nuevo sobre esa primitivaexperiencia. Ahora la ha rebautizado comoHistoria de todas las cosas que es —y no esal mismo tiempo—una versión corregida y aumentada de aquella primera incursión novelística. Lo es porque conserva gran parte de las anécdotas que tienen como escenario el poblado imaginario de San Isidro de El General, ubicado en Costa Rica, y aparece la galería de personajes ya conocidos, una inacabable corte de los milagros que ya poblaba las páginas de la alucinante narración original.
Y no lo es porque, ya desde el título, el autor ha decidido hincar aún más sus sardónicos dientes. Ya no se trata de una “breve historia”: se trata de “La historia” de todas las cosas. Ha llenado huecos, ha introducido nuevos personajes, ha replanteado escenas y descripciones, la ha aumentado hasta sobrepasar las 500 páginas, proponiendo al lector una experiencia literaria renovada. En efecto, esta reciente versión se lee de manera diferente y sobresalen en ella, ya sin tomar tanto en cuenta la impronta macondiana, los mejores artilugios con los que siempre ha contado el autor, como lo ha demostrado en otras novelas comoMujeres amadas, Las noches de Ventura, La pequeña maestra de violín y La hermosa vida.
A la manera de Rabelais, en Historia de todas las cosas Aguilera Garramuño ha realizado“una obra basada en la risa que degrada, corporiza y vulgariza ante la imposibilidad de llegar a la verdad con certeza”, como ha dicho Diógenes Fajardo, a propósito de Gargantúa y Pantagruel. En el mismo sentido, Mijaíl Bajtin ha señalado que Rabelais rechazó los moldes literarios de su tiempo“mucho más categóricamente que Shakespeare o Cervantes, quienes se limitaron a evitar los cánones clásicos más o menos estrechos de su época”. En Rabelais, dice Bajtín, “no hay dogmatismo, autoridad ni formalidad unilateral”. Las imágenes rabelesianas son “decididamente hostiles a toda perfección definitiva, a toda estabilidad, a toda formalidad limitada, a toda operación o decisión circunscritas al dominio del pensamiento y la concepción del mundo”.
Así Aguilera Garramuño en este libro desternillante, libérrimo, totalmente disfrutable. Como Rabelais, se ha resistido a ajustarse a los cánones y reglas del arte literario dominantes, tal cual lo señala el propio narrador de la novela: “Tengo, amigos, el derecho de inventar lo que se me de la gana. Fácil, en la tramoya literaria todo se puede, hasta lo que no se puede. El que quiera oír o leer, que oiga o lea, y el que no, que ponga a enfriar sus pelotas. En lo que escribo, señor orate, soy rey soberano, dios y el mundo se callan.”

Eduardo García Aguilar habla de Garramuño

SAMEDI 13 AVRIL 2019 LAS AVENTURAS LITERARIAS DE AGUILERA GARRAMUÑO  Por Eduardo García Aguilar La Universidad Veracruzana ...