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viernes, 8 de marzo de 2013

Juan Villoro presenta Poéticas y obsesiones, de Garramuño



CONTRA LA SOCIEDAD DE ELOGIOS MUTUOS: PRESENTACIÓN DE  POÉTICAS Y OBSESIONES. ENCUENTROS CON GARCÍA MÁRQUEZ

Mayra Zepeda Arriaga, Excélsior, México, 2 de marzo 2008

Juan Villoro presentó el libro más reciente de Marco Tulio Aguilera en la Feria del Libro del Palacio de Minería en el Distrito Federal, México, el pasado 2 de marzo. Dijo que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez (publicado por la Universidad Veracruzana en su colección Ficción) era un libro que se leía con enorme pasión y entusiasmo, porque había sido escrito con pasión y entusiasmo.
Dijo: “Así como Marco Tulio ha escrito grandes libros de cuentos y novelas que ya son clásicos de la literatura no sólo colombiana sino latinoamericana y de la lengua española en general, así escribió este libro, en el que con pericia de relojero desmontó y volvió a montar los mecanismos del cuento y la novela”.
                   Agregó: “Como el  buen panadero, Marco Tulio trabajó la masa con paciencia y entregó a la editorial de la Universidad Veracruzana un libro digno de figurar en las mejores bibliotecas y de ser estudiado por generaciones de aspirantes a escritores. La segunda parte del libro, la correspondiente a los encuentros con García Márquez, nos muestra a un escritor lleno de talento en todo su esplendor, frente a su genial maestro, García Márquez. Nadie, hasta ahora, que yo sepa, se ha enfrentado a Gabo con tanto desparpajo, con tanta autoridad, y paradójicamente, con tanto respeto”.
                   Juan Villoro abrió su ejemplar de  Poéticas y obsesiones  y dijo: “Voy a leer la dedicatoria que le hizo Marco Tulio a Gabo en su primera novela: ‘Para García Márquez, a quien pienso matar... literariamente’. A su vez Gabo le dedicó  El olor de la guayaba a Marco Tulio, de la siguiente manera: ‘Para Marco Tulio, de la competencia’.
                   “La crónica de los encuentros con García Márquez, que aparece en la segunda parte del libro —continuó diciendo Villoro— se lee con apasionamiento, como sucede con todo lo que escribe Marco Tulio. Se nota en ella la tremenda admiración de un autor por su modelo y también se nota la bonhomía, el cariño y el respeto que Gabo tiene por Marco Tulio, que es 22 años más joven. Algo que sin duda llamará la atención es el desparpajo del joven escritor, su atrevimiento, a veces su burlona admiración, frente a un escritor que es, ni más ni menos, el más querido del mundo”.
                Dijo Villoro que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez es una antología de antología que debería estar en las mejores bibliotecas latinoamericanas y ser lectura obligadtoria para todos los que quieren ser escritores de cuento o novela, incluso de crónica, pues, señaló “los encuentros con García Márquez convertidos en crónica por Marco Tulio son, a mi modo de ver, de lo mejor que se ha escrito en lengua castellana, comparable, por ejemplo a lo que hiciera Norman Mailer sobre Trópico de cáncer  o Sexus”.
                   Entrando a otro aspecto del libro de Aguilera Garramuño, Villoro destacó los ensayos y conferencias sobre Henry Miller y Nabokov. Dijo: “En nuestra generación considerábamos los libros de Miller como autoayuda. Pienso que el hecho de que un escritor de la talla de Marco Tulio Aguilera haya regresado a Miller con tanta pasión, presta un servicio de rescate a la literatura”.
                   Concluyendo dijo: “Sólo puedo terminar diciendo que de Marco Tulio se puede esperar lo mejor y que si él ha anunciado grandes cosas, como una parodia de Cien años de soledad,  que dice va a estar a la altura de su modelo, no tenemos más que creerle y sentarnos a esperar.”
El novelista Eusebio Ruvalcaba, que estaba anunciado como segundo presentador, no pudo asistir al Palacio de Minería, pero envió unas líneas encomiásticas: “De entrada, debo aclarar que Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez se lee bajo una suerte de encantamiento, tal como si lo que se tuviera en las manos fuera una novela y no un volumen de ensayos.Ahora que se ha puesto tan de moda que los escritores se tiren tarascadas a modo de hienas hambrientas, es motivo de celebración y agradecimiento que venga un escritor experimentado y ponga sobre la mesa su juego de cartas. ¿Cuándo un escritor hace esto? Simplemente cuando tiene los pelos de la mula en la mano. Digo que ahí radica parte de la sustancia de Poéticas y obsesiones. La otra estriba en la profunda observación que el autor lleva a cabo de sus clásicos, es decir, de quienes para él son sus clásicos. Es justo la otra gran lección que se deriva del libro, y algo que sólo un escritor verdadero es capaz de dar: que cada quien tiene derecho a tener sus autores y que entre más estrictamente personal esa selección mejor todavía. Cuando un libro de éstos cae en mis manos, cuando un escritor me abraza a través de su honestidad clara y sencilla, no me queda más remedio que emborracharme a su salud. ¡Salud, Marco Tulio!”Germán Martínez, quien fungiera como moderador, también externó sus opiniones sobre el libro, opiniones, que aunque entusiastas, fueron moderadas. Cuando le tocó el turno al autor de  Poéticas y obsesiones, habló de forma bastante heterodoxa: dijo que era necesario hacerle una lobotomía y un examen minucioso al cerebro de Juan Villoro para descubrir de dónde salía un pensamiento tan lúcido, coherente, ordenado y elocuente, con puntos y comas, como si estuviera leyendo un discurso en el aire; dijo que admiraba a Eusebio Ruvalcaba, que había escrito una de las novelas más hermosas de la literatura mexicana, Desgajar la belleza, y que lo admiraba aun más por hablar maravillas sobre Poéticas y obsesiones, sin haberla leído; agradeció a Germán Martínez, de quien dijo tenía una vocación cristiana al servicio de la cultura y un escondido talento creador que no había dejado salir; dijo Marco Tulio que las presentaciones de libros eran aborrecibles porque se gastaban demasiados adjetivos magnificativos y que por ello en su próxima presentación iba a invitar a un enemigo para que hablara mal de su libro y equilibrara la balanza, incluso pronunció el nombre de su enemigo: Cristóbal Domingo Sabio. Luego habló sobre su obsesión con García Márquez. “Desde que leí  Cien años de soledad, en 1970, acostado en un catre destartalado, en una pensión de quinta en la ciudad de Cali, quedé atrapado. Escribí Breve historia de todas las cosas, una novela que fue publicada en Buenos Aires y comparada con  Cien años de soledad.  García Márquez llamó desdeParís para felicitarme por el libro. Luego, a lo largo de los años he recibido aliento de parte de Gabo. Según me contaron en su biblioteca mis libros, todos dedicados, ocupan un lugar privilegiado al lado de los de Álvaro Mutis”. Aguilera Garramuño que su libro Cuentos para  ANTES  de hacer el amor acaba de recibir su tercera edición mexicana en la editorial Educación y Cultura, y que en el año 2009 publicará con esa misma editorial  El imperio de las mujeres, libro que lleva el subtítulo de Cuentos  EN LUGAR  de hacer el amor. Agregó que actualmente está trabajando en una novela que será una parodia de Cien años de soledad y que no será una novela perfecta, como Cien años de soledad, sino una novela imperfecta, que en su imperfección encontrará su calidad. Dijo que esta novela será una fiesta de la imaginación. “Voy a destruir el lenguaje castellano, haré aportaciones de lenguajes arcaicos y de las lenguas que he estudiado, particularmente el italiano, el portugués y el griego antiguo.”No pararon aquí los planes, los proyectos, los propósitos de Aguilera Garramuño: “Pero el anterior no será mi trabajo mayor. Después de esta novela vendrá otra, que ahora está en 1111 páginas. Se llama  El sentido de la melancolía y servirá para cerrar un ciclo de novelas que he llamado El libro de la vida.  Hasta ahora he publicado tres: Las noches de Ventura/Buenabestia (Planeta, México y Plaza y Janés, Colombia), La pequeña maestra de violín (Universidad de Puebla) y  La hermosa vida  (CONACULTA, Colección Guardagujas.) La cuarta novela, inédita, se llama  El amor pleno. Es un proyecto novelístico del tamaño de  En busca del tiempo perdido”.Tras las anteriores palabras concluyó la emotiva presentación de  Poéticas y obsesiones. Una presentación diferente a todas las que ha presenciado esta reportera. Escuchando al autor uno  tiende a pensar que quizás Juan Villoro tenga razón: de Marco Tuilio Aguilera (Garramuño) se puede esperar lo mejor. La literatura colombiana y la latinoamericana tienen en este autor el mejor relevo, cuando haya desaparecido la generación del boom. Para terminar repetiré una frase del afamado crítico Raymond Williams: “Marco Tulio no necesita estar en el boom. Él puede hacer su propio boom.” Quizás ya lo haya hecho y no nos hemos dado cuenta. Lo grave del asunto es que el mismo Marco Tulio lo sabe. En una de sus entrevistas dijo: “Soy un continente inexplorado”.
México D.F. 2 de marzo de 2008


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