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miércoles, 17 de abril de 2019

Eduardo García Aguilar habla de Garramuño

SAMEDI 13 AVRIL 2019

LAS AVENTURAS LITERARIAS DE AGUILERA GARRAMUÑO 


Por Eduardo García Aguilar
La Universidad Veracruzana rinde homenaje al escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño (1949), quien cumple 40 años de actividad en esa prestigiosa institución situada en Xalapa, en el estado de Veracruz, donde ha sido profesor, editor y director de varias publicaciones. A lo largo de fructífera vida literaria ha publicado decenas de libros de narrativa y ensayo y ejercido la crítica literaria en revistas y diarios de México y el continente americano, donde se ha involucrado en diversas polémicas por su implacable criterio al analizar las obras de sus contemporáneos. 
Al llegar a la venerable edad de 70 años, Garramuño, como suele llamársele, sigue siendo el infatigable autor que no ceja en una tarea literaria iniciada de manera precoz con su primera novela Breve historia de todas las cosas, publicada por Ediciones de la Flor en 1975, y el año pasado logró el Premio nacional de Novela de México con su ultimo libro sobre la melancolía, Formas de luz, una vasta obra donde cuenta el hundimiento de un hombre en el infierno de la depresión, siguiendo los pasos del gran autor estadounidense William Styron, quien en lo máximo de su fama cayó de repente en el abismo personal tras recibir un premio literario en París.
Aguilera Garramuño estudió filosofía en la Universidad del Valle, donde en los tiempos de Estanislao Zuleta, Andrés Caicedo y Enrique Buenaventura, empezó a escribir su obra bajo la tutoría de Gustavo Alvarez Gardeazábal, que leyó el primer manuscrito de su novela más famosa. Desde entonces empezó a ganar todos los concursos de cuento y novela en que participaba, entre ellos el prestigioso galardón del Sesquicentenario de la Universidad del Cauca en 1978 con su cuento Próxima guerra en Alaska.
Como fui finalista de ese premio al lado de Sandro Romero Rey y Nayla Chehade, empecé a seguirlo desde entonces como autor, antes de encontrarlo en México en 1980 y compartir con él las páginas de varios suplementos y revistas mexicanos, como el conocido Sábado del diario Unomásuno, que abrió las puertas a varias generaciones de autores latinoamericanos y mexicanos de ese tiempo bajo la conducción de Huberto Batis. 
Garramuño dice de él mismo que es un megalómano, un egoísta, pero por el contrario es tal vez uno de los más generosos autores de su generación y uno de los pocos que lee a sus contemporáneos y los sigue con afecto y paciencia celebrando sus éxitos o criticando sus malos libros. El ejercicio crítico le ha granjeado no pocas molestias y le ha cerrado puertas a este autor que sin duda merece un sitio más prominente en la lista de los narradores más notables del post boom.
Dotado de una gran inteligencia, erudito en temas literarios y además atleta destacado en pruebas de natación desde su primera juventud, Garramuño es en cierta forma un inclasificable pues su trayectoria ha sido casi la de un apátrida a quien ningún país reivindica como suyo porque tiene varios. Nacido en Colombia, terminó el bachillerato en Costa Rica, donde se sitúa su primera novela, y después residió en Estados Unidos, donde realizó el posgrado de literatura en Kansas y más tarde en la ciudad de Monterrey, desde donde viajó para ser acogido por la prestigiosa Universidad Veracruzana, la misma que editó en los años sesenta por primera vez Los funerales de la mama grande de Gabriel García Márquez y Diario de Lecumberri de Alvaro Mutis.
De madre argentina y padre colombiano Garramuño dejó muy pronto su natal Colombia, a la que ha sido fiel a lo largo de estas décadas. Del lado argentino vienen tal vez sus tendencias megalómanas y su "déficit de atención", como dice su sabia hermana menor; y de Colombia el espíritu guerrero que lo ha llevado a tratar de derruir torres y molinos imaginarios y ganarse enemigos gratuitos. De Estados Unidos viene su pasión por la ciencia y el deporte competitivos, de México su rebeldía sacrificial y prehispánica y de Centroamérica la efervescencia de sus transiciones, inspiradas en el ímpetu del nicaragüense Rubén Darío y la productividad del guatemalteco Miguel Angel Asturias.
Esa diversidad de orígenes lo hace inclasificable, una especie rara que no ondea ninguna bandera ni aspira ser el emblema de algún país, grupo o región específica. En su torre de marfil de la ciudad de Xalapa, Aguilera Garramuno vive un exilio interior que le facilita ejercer su libertad literaria por caminos muy originales que lo hacen derivar al mismo tiempo por abismos y vertientes cruzadas, como el improbable amor loco entre un helicóptero y un rinoceronte.    
En México ha publicado casi todos sus libros, entre los que se destaca Cuentos para después de hacer el amor,  Mujeres amadas, Paraísos hostiles, Venturas y desventuras de un frenáptero, Los grandes y los pequeños amores y otros más que exploran las tribulaciones del deseo, las derivas del amor, los misterios de la mujer, los secretos de las lolitas de Nabokov, los disturbios mentales del creador, las ansias y las angustias de los declinantes hombres heterosexuales de la segunda mitad del siglo XX y los primeros lustros del siglo XXI.
Su obsesión por las mujeres y sus misterios surge tal vez de la búsqueda imposible de la bella madre perdida, que muy joven quedó viuda y a cargo de una amplia prole y cuyo destino explora en El amor y la muerte, novela que resultó finalista del premio Alfaguara. En tiempos de radical insurrección feminista, la obra de Aguilera Garramuño puede ser un material básico para entender la decadencia definitiva del hombre heterosexual en Occidente y el agotamiento del cruel patriarcado milenario.    
La prosa de Garramuño se destaca por la complejidad de un estilo que no da concesiones a la facilidad en boga y sus intrincadas tramas nos muestran la labor de un coloso literario que revisa con furia maniática cada una de sus oraciones, las retuerce, pule, energiza, golpea, rompe y teje como en su tiempo lo hizo Marcel Proust encerrado en su habitacion de asmático para escribir En busca del tiempo perdido. 
Tal vez por estas y otras razones Marco Tulio Aguilera Garramuño es uno de los autores latinoamericanos más notables de la actualidad y la Universidad Veracruzana acierta al homeneajearlo en el marco de la Feria Internacional del libro de Veracruz dedicada este año a Colombia. 
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* Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 14 de abril de 2019

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