Vistas de página en total

lunes, 12 de marzo de 2012

MÁS MÁSCARA (5o fragmento)

Me dedico a leer el largo capítulo que Mann le dedica a Beethoven. La elección es elemental: debes optar entre el arte y el mundo. Los dos no pueden convivir: la farándula, la superficialidad, el exhibicionismo, la ostentación, el exponerse, viajar, posar, engolar la voz, decir apodictos impresionantes ante el público o ante la prensa, comer más allá de lo acostumbrado y fuera de la dieta cotidiana, dormir más de la cuenta o velar más de la cuenta, someterse a los asedios de La Fama (la diosa perra), escuchar elogios desmedidos (en la pasada presentación René Avilés afirmó que prefería mi obra a la de García Márquez; Samperio enunció con todas sus palabras que consideraba que MT era mejor escritor que Pitol --el pollo desplumado, nuestro Premio Cervantes). Toda esta balumba, este alud, este atragantamiento de hechos que rompen la armonía de mi la vida sosegada en Xalapa, simplemente me altera el estado de ánimo. Hay que sentir el agobio del fracaso para poder escribir algo que valga la pena. Cada vez que un escritor sale de su casa se pone una máscara. La mía es bastante casquivana, superficial, como la de un bufón no muy sofisticado o como la de un anónimo diletante veneciano en el escándalo del carnaval. Hay algunas anécdotas sobre las que Mann pasa velozmente, que podrían ser cuentos de Borges. Por ejemplo la historia de Johan Conrad Beissel, un analfabeta que en base a puro entusiasmo y misticismo terminó por ser el fundador de la Iglesia Anabaptista del Séptimo Día en Pensylvania. Beissel “parecía estar a punto de poner en música la Biblia entera”. Personaje que me recuerda a Funes el memorioso. “--¿Es para ti el amor la pasión más grande? –preguntó Leverhkun. --¿Conoces tú otra más fuerte? –Sí; la curiosidad del espíritu”. Yo diría que estoy de acuerdo con Leverhkun… hoy: sí, hoy prefiero estar aislado en mi estudio, leyendo, escribiendo, que dedicarme a trabajos de amor; diez años atrás la perspectiva del amor realizado o simplemente de una buena sesión de goce sensual, nublaba cualquier perspectiva de pasión intelectual. Esta tarde, en la que siento que no arranca el fragmento diario (casi obligatorio) de mi novela, me parece  que el diálogo con el Doctor Faustus es fructífero. He avanzado apenas un par de páginas. Me disculpo: tengo todo un año para escribir  esto. Y además: todo lo que escriba es provisional, un magma de quizás 1000 páginas, del que quizás recupere 300 o 400.







 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Eduardo García Aguilar habla de Garramuño

SAMEDI 13 AVRIL 2019 LAS AVENTURAS LITERARIAS DE AGUILERA GARRAMUÑO  Por Eduardo García Aguilar La Universidad Veracruzana ...