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martes, 19 de julio de 2011

Chejov: decir siempre la verdad evita que nos equivoquemos al decir una mentira


Del Cuaderno de notas de Chejov

¿Por qué a Hamlet lo obsesionaban tanto las visiones del más allá, cuando nuestra vida real está presa de imágenes mucho más horribles?
Él no había sido feliz más que una sola vez en su vida: bajo un paraguas.Un hombre honesto llega a sentir vergüenza, a veces, delante de un perro. 
Extracto del Diario de un perro viejo: “Los humanos no comen los huesos que la cocinera hizo hervir para la sopa, ni beben el agua en que los hirvió. ¡Qué idiotas!”
Es necesario educar a una mujer de modo que sepa reconocer sus errores; de otro modo, siempre creerá tener razón.
Predicar la novedad en el arte es propio de los inocentes y los puros; pero ustedes, rutinarios, ¡ustedes han tomado el poder y no consideran como legítimo sino lo que ustedes hacen! ¡Nada más! El resto del arte, ustedes lo aplastan. 
“Hazte amigos de injusta riqueza”, reza el proverbio, porque la riqueza justa no existe ni puede existir.
Los muertos no se avergüenzan aunque hieden horriblemente.
Si alguien elije una ocupación que le es ajena, el arte por ejemplo, se vuelve infaltablemente un funcionario. ¡Cuántos funcionarios en la ciencia, el teatro y la pintura! A aquel a quien la vida le es ajena; a aquel que no está dotado para la vida, no le queda más remedio que volverse un funcionario.
Me he dado cuenta de que, no bien uno se casa, pierde toda curiosidad.
Detrás de la puerta de un hombre feliz debería haber siempre alguien con un pequeño martillo: alguien que no dudara en darle un golpecito para recordarle que hay gente infeliz y que después del tiempo de la dicha vendrá el de la desdicha, infaltablemente. Una correspondencia. Un joven sueña con consagrarse a la literatura. No deja de decirlo en las cartas a su padre. Por fin se decide abandonar su empleo y parte a Petersburgo y se consagra a la literatura… consiguiendo el puesto de censor.
Un hombre, a quien la rueda de un vagón arrancó una pierna, se inquieta porque en la bota de la pierna perdida había 21 rublos.
¿Qué se puede esperar de un hombre que después de haber cometido tantas ignominias es capaz de llorar? Que las generaciones futuras alcancen la felicidad: pero, eso sí, sin dejar de preguntarse qué ideales tuvieron sus antepasados, en nombre de qué sufrían.
“…Esa mujer… Me casé a los veinte años, no he tomado un solo trago de vodka en toda mi vida, no he fumado un solo cigarrillo…” Y sin embargo… Después que hubo pecado todos lo amaron más aún y le tuvieron más confianza. Y, caminando por la calle, comenzó a darse cuenta de que la gente era más tierna y gentil con él, sólo porque era un pecador. Una mujer de ideas radicales, que sin embargo se santigua cada noche antes de dormirse y está secretamente llena de prejuicios y supersticiones, escucha decir que para ser feliz hay que hacer hervir, de noche, un gato negro. Roba un gato y, cuando todos duermen, se lo cocina.
Hay escritores cuyas obras, consideradas por separado, nos parecen brillantes, pero en conjunto apenas si nos impresionan. Por el contrario, en otros casos, un solo libro no nos sugiere nada en particular, pero el conjunto de las obras nos parece límpido y brillante.
La muerte nos causa espanto. Pero sería aún más espantoso saber que viviremos eternamente, sin morir una vez sola.
La universidad desarrolla todas nuestras capacidades, incluso la idiotez.
Festejaban el cumpleaños de un hombre modesto. Aprovechaban la ocasión para hacerse ver, para halagarse los unos a los otros. Y no fue sino al fin de la velada cuando cayeron en la cuenta: el héroe de la fiesta no había sido invitado, se habían olvidado de él.
¡Qué hartos estamos de nuestro propio servilismo, de nuestra hipocresía!
“Cigarras de la mejor calidad”, leía X, al pasar todos los días por la calle y, cada vez, se sorprendía: ¿cómo es posible que vendan cigarras, y quién puede tener necesidad de una cigarra? Sólo treinta años más tarde leyó con atención: “Cigarros de la mejor calidad”.
Algunas clases, no las que trabajan sino aquellas que se proclaman dirigentes, no pueden privarse mucho tiempo de la guerra. Sin guerra, se aburren. La ociosidad los fatiga y los enerva, no saben ya para qué viven, se devoran mutuamente, ponen todo su esfuerzo en decirse la mayor cantidad de maldades posible, aunque tratando de quedar impunes. Pero llega la guerra, afecta a cada uno, se inmiscuye en todas partes, y la infelicidad va tejiendo lazos entre los unos y los otros.
Una niñita, deslumbrada por su tía: Qué bonita es... ¡como nuestro perro! Un niño de buena familia, caprichoso, malcriado, testarudo, agota a toda su familia. Su padre, un funcionario, mientras está tocando el piano, siente que lo odia. Un día lo lleva al fondo del jardín y lo castiga con placer y, enseguida, siente un profundo disgusto. El hijo llegó a oficial, pero el disgusto persistió.
La madre es una mujer de convicciones, el padre también. Dan clases. Escuelas, museos, etc. Ganan dinero. Y sus hijos son la gente más ordinaria que puede imaginarse: derrochan, especulan en la bolsa.
Marido y mujer tienen siempre invitados en casa, porque si se quedan solos, se estrangulan.
Si no quieres tener mucho tiempo, no hagas nada.
Son miembros de una sociedad para el fomento de la sobriedad, pero beben cada tanto una copa.
El hombre inteligente dirá: “Eso es mentira, pero como el pueblo no puede vivir sin la mentira, como la historia la ha consagrado, sería muy peligroso suprimirla de un solo golpe; dejemos intacta la mentira por el momento, sólo con algunas correcciones”. Pero el genio dirá: “Es una mentira: no debe existir”.
Un escritor sin talento alguno, que se obstina en escribir, hace pensar, por su orgullo, en un pontífice.
La esposa es escritora. Esto disgusta al marido que, sin embargo, por delicadeza, nunca le dice nada, y sufre toda la vida.
Para una pieza: un personaje que miente todo el tiempo, sin necesidad ni razón. Cuando un actor tiene dinero, no son cartas lo que envía, no, sino telegramas.
Todo es mejor allí donde no estamos; el pasado sólo puede parecernos maravilloso cuando lo dejamos atrás.
Una mujer de muchísimo dinero, lo esconde por todas partes: alrededor de su cuello, entre sus piernas. No me espantan ya los esqueletos. Me espanta que ni los esqueletos me espanten.
Entre los insectos, el gusano se vuelve mariposa; entre los humanos, por el contrario, es la mariposa la que se vuelve gusano. Más vale morir a manos de un imbécil, que recibir de él un solo halago.
Comenzó una relación con una mujer de 45 años y a escribir historias de horror, casi al mismo tiempo.
Un viejo de 80 años dice a otro, de 60: ¿No le da vergüenza, joven?
Si usted teme a la soledad, no se case.
Un consejero de Estado, un hombre respetable. De pronto se descubre que, sin que nadie lo sepa, es el dueño del prostíbulo.
Para estudiar a Ibsen, ha aprendido el sueco, le ha consagrado mucho tiempo de trabajo; y de pronto se da cuenta de que Ibsen es un escritor mediocre; y se pregunta qué podrá hacer ahora con su sueco.
Una joven inteligente: Yo no sé fingir… yo no miento jamás… yo tengo principios… Todo el tiempo yo… yo… yo…
Todo aquello que los viejos no pueden hacer está prohibido o se considera punible.
Qué agradable quedarse en casa cuando la lluvia tamborilea sobre el tejado y sabes que no tienes alrededor a nadie que te moleste o que te aburra.
Dios mío, no me permitas juzgar aquello que no comprendo o no conozco. No me dejes siquiera hablar de ello.
Mi lema: No necesito nada.

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