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lunes, 21 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES. ESPLENDOR Y TRAGEDIA

Artículo próximo a aparecer en  Newsweek en español
Marco Tulio Aguilera Garramuño


La vida de Carlos Fuentes, uno de los más importantes escritores de los tiempos actuales, daría tema para una gran novela en la que el esplendor del triunfo social, literario y político estuvo opacado por unas desdichas íntimas de dimensiones comparables a las de las grandes tragedias griegas. Así cómo cuenta con varios libros aclamados en el mundo entero, su existencia estuvo signada por la muerte de dos de sus hijos y de su primera esposa, en circunstancias particularmente atroces. Con todo y esas desventuras, Carlos Fuentes no perdió su apostura de príncipe y su mirada de águila imperial.

Del brazo del presidente de la república entró al Palacio de Bellas Artes Silvia Lemos, la viuda de Carlos Fuentes. Acompañaban al féretro los aplausos fervorosos de sus lectores. Sobre la caja se colocó la bandera de México. Habló Consuelo Sáizar, directora del Consejo Nacional de la Cultura. Mencionó palabras de los jóvenes escritores Jorge Volpi y Juan Villoro, lo que de alguna manera fue una especie de entronización de dos sucesores de la gran gloria de las letras mexicanas. Carlos Prieto, otro de los grandes de México, interpretó al cello Zarabanda de Bach. Habló Federico Reyes Heroles. Emitió un discurso brillante y erudito. Lo llamó hombre complejo y completo. Destacó su disciplina de trabajo, su carácter de gran seductor, su capacidad histriónica, sus dotes de gran conversador, su iberoamericanismo, su valentía, su don crítico y la gran generosidad. Comentó su cercanía con el público, que lo impulsaba a permanecer horas enteras firmando libros a sus lectores, a los que privilegiaba por encima de cualquier halago de los poderosos.

Un fragmento de una entrevista que le hizo El País, en Buenos Aires, con motivo de su presencia a la Feria del Libro, explica de alguna manera las razones por las cuales un hombre vigoroso y activo a sus 83 años, de quien nadie esperaba una muerte tan repentina, cayó súbitamente desmayado en el baño de su casa el 15 de mayo de 2012, para ya no recuperarse: "Carlos Fuentes llegó a Buenos Aires a comienzos de mayo para asistir a la Feria del Libro. Acababa de entregar una novela a su editorial y ya tenía otro libro en la cabeza, iba de un almuerzo a una cena, firmó ejemplares durante tres horas, recibió a decenas de periodistas, uno detrás de otro, respondió a cientos de preguntas sin titubear, sin demorarse, sin dudar en un nombre ni una fecha”.  

Antes de estar en Buenos Aires había asistido a la Feria del Libro en Bogotá, donde se sometió al mismo trajín. Lo mató, sin duda, la gana de seguir viviendo con intensidad casi juvenil una existencia plena. Sólo le faltó el premio Nobel y sobre ello Carlos Monsiváis –otro de gran intelectual recién desaparecido—se atrevió a hacer una broma de mal gusto. Dijo: “A Carlos Fuentes se le agrava el insomnio durante todos los meses de octubre: se la pasa al lado del teléfono esperando la llamada de la Academia”. El mismo Monsiváis, comentando el volumen desmesurado y la ambición de las novelas  Terra Nostra  y  Cristóbal Nonato dijo que para leerlas había que conseguir una beca.

Intelectuales y lectores en general, autoridades, sus amigos y sus enemigos –que no le faltaron nunca--, encajaron el golpe y abrumaron a la prensa, twitter, facebook y todos los medios posibles con mensajes de condolencia, valoraciones de su obra, testimonios de gratitud, acusaciones de plagio, revelaciones inéditas, recuerdos de sus virtudes y sus defectos (unos afirmando que era el rey de los vanidosos, otros destacando su sencillez y su don de gentes).

Enrique Krauze y algunos jóvenes escritores polemizaron con Fuentes. El primero, en un célebre ensayo publicado en la revista  Vuelta, dirigida por Octavio Paz, el otro grande, buscó desacreditar un concepto de identidad mexicana que Fuentes intentó definir en varias obras. Su amigo y compañero del boom, José Donoso, a pesar de admirarlo, no esquivó caracterizar a Fuentes como “un gran reciclador de textos ajenos”. Los otros miembros del boom, sin embargo, fueron unánimes en expresar altísimos elogios: Gabriel García Márquez y Julio Cortázar manifestaron su admiración sin medida.
Un par de meses antes de su muerte Fuentes descalificó a Enrique Peña Nieto, candidato a la presidencia de México, quien al ser preguntado en la Feria del Libro de Guadalajara por el nombre de un libro que hubiera marcado su vida, no supo responder. Ante semejante muestra de solidez intelectual Fuentes dijo públicamente: "Este señor tiene derecho a no leerme. Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia, eso es lo grave". También manifestó que en su opinión el candidato menos inapropiado a la presidencia era Andrés Manuel López Obrador.
Fue promotor de muchos escritores menores. Ayudaba a los que lo ayudaban. Como persona me pareció altivo y distante. Como muchos del boom, fue amigo de los poderosos y tuvo algunas veleidades con personajes no del todo recomendables. Marcó una época en México, como lo hizo Octavio Paz. Admirable su energía, su voracidad literaria y su solidez teórica. Creó en torno suyo, como muchos otros escritores, un coro de adoradores, seguidores y estudiosos. Me quedo con su novela La región más transparente  y  La muerte de Artemio Cruz. Pienso que los hombres que tienen una energía tan grande como la suya, independientemente de que me guste o no su obra en general, seguirán ejerciéndola en otro plano. No creo que vaya a descansar en paz. Pienso que seguirá trabajando. Opino que esto no se acaba ni cuando se acaba.
Xalapa, mayo 16 2012










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