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martes, 24 de enero de 2012

Del Diccionario de Frases Colombianas de Alonso Aristizábal

Alonso Aristizábal, amigo, escritor colombiano y maestro del twitter, ha publicado un curioso diccionario de frases célebres de autores colombianos. De mis libros sacó sin permiso las siguientes, y yo, sin permiso, me permito reproducirlas.


"Al tiempo prudencial Laura dio a luz a un hermoso “rinoceróptero” que, desgraciadamente, murió de nostalgia. Jamás, durante el término de su breve existencia, halló una hembra de su especie." En: Cuentos para después de hacer el amor, 1985, Amor contra natura


Sus ojos enormes y tristes, sus hábitos simples y plenos de significados, la gran emotividad que imprimen a cada gesto, la misteriosa impresión de ausencia o descuido, la radical soledad que parecen sufrir a pesar de un desamparo que exige a gritos protección, caricias interminables y sin embargo, sutiles, hacen que estos asombrosos seres sean llamados saúdes. Ib., Los saúdes


Atízale un suavezón tubazo en la base craneana cuidando de no darle en el occipucio por donde se filtra la materia blanda del cerebro. Ib., El suave olor de la sangre


¿No es indecible la precisión de los músculos bajo la piel que parece de seda escondiendo pequeños seres vivos que responden a nuestras caricias? Ib., La piel más tersa


Hablar sobre Sammy McCoy sin incurrir en la retórica, la hipérbole o los caminos trillados por manadas de elefantes es imposible. Ib., ¿Quién no conoce a Sammy McCoy?


"Decir “te quiero” cuando uno está fuera del otro es como mirar las estrellas en un día nublado y con la cara enterrada en la arena." Ib.


Hacer el amor con una leona de mar, dijo, es desagradable al principio. Luego uno se acostumbra al aliento con olor a pescado podrido. No hay como la ternura de los leones marinos. Te miran con unos ojos redondos y negros y se frotan contra tu cuerpo. Ib.


El hombre sería bueno si supiera que ello le ayuda a ser feliz. Ib., Juan Flemas despierto otra vez


Tú, como cientos de mujeres distantes, hiciste de mí una máquina de ilusiones. Ib., El juego de los tiempos prestados


En las calles de todas las ciudades hay muchos de nosotros esperando esa mirada, esa palabra insólita que caerá como una moneda de plata en un vaso sensible. Ib.


Escribí una novela que destruí porque hallé que ya había sido publicada por diez o doce escritores, todos tan mediocres o escépticos como yo. Ib.


Estoy convencido de que el trascendentalismo es apenas una y la más soporífera forma del aburrimiento. Ib.


Lo que llaman el amor tiene más de paciencia que de riesgo. Ib.


Súbitamente el camión, como una gran gallina, se aposentó en un bache y decidió empollar el barro. Ib., Próxima guerra en Alaska


La literatura es infinitamente saqueable. El arte está en la gracia de hacerlo bien. En: (Sobre Tierra de Leones, de García Aguilar), Dos nuevas novelas colombianas, El Espectador, 1986


Casi todos los escritores nos dedicamos a desgarrar el país para convertirlo en obra de arte. Ib.


Si alguna vez hubo en Cali -ciudad que se precia de albergar especímenes humanos en los que el esplendor es costumbre y espectáculo- un mancebo digno de ser amado por todos, todas, siempre sin tacha ni pausa ni reposo, ese ser magnífico fue Adolfo Montaño Vivas. En: Venturas y desventuras de un frenáptero (Los placeres perdidos), 1989


Cali, la ciudad más depravada y gozona de Colombia. Ib.


Para saber a ciencia cierta si una persona es hermosa o detestable, es necesario someterla a un largo tratamiento de besos y caricias. Ib.


Un perro que se muerde la cola no es un perro que se muerde la cola, sino una trampa puesta en medio del camino para que nos detengamos a contemplar una imagen viva del infinito. Ib.


La realidad es una obra de arte que está esperando el ojo iluminado. Ib.


La postreridad: que otros se coman el postre que uno prepara con tanto trabajo. Ib.


¡Un cálamo, un papiro, una corteza de maple, un cuero de cabra del Sinaí, rápido, lo que sea, tengo que escribir una idea que se me escapa! Ib.


Hombres, mujeres y bestias caen abatidos fulminantemente por su encanto y sienten la necesidad angustiosa de hincar el diente real o figuradamente en su carne de ave celestial... Los recursos para llegar hasta Adolfo han sido tan diversos como los matices del verde en la selva amazónica al amanecer. Ib.


No he tenido tiempo para decidir si me gustan más las mujeres que los hombres. Creo que prefiero a las lombrices de tierra después de la lluvia. Ib.


Los ojos del profesor se abatieron sobre los de Adolfo como garras en cuellos de gorriones y picas en nucas de Flandes. Ib.


No ignora que tras los ojos de admiración mística hay bestezuelas golosas que más vale no convocar. Ib.


Todas quieren lo mismo, cochinas, prosaicas. No me opongo al acto sino a la prisa... Al amor se debe llegar como a la cima de la montaña más alta. Ib.


Y se miran divertidos los dos abrazados en el centro del espejo, en medio del escándalo anticuado de sesenta bombillas de diez voltios. Ib.


Más insultado que una hetaira romana en manos de la baja plebe o tan vapuleado como una mujer adúltera en el Antiguo Testamento. Ib.


"No hay como las largas antesalas para la alimentación de la cultura personal: en aquella ocasión leí 500 páginas de “La guerra y la paz”." Ib.


Si uno les dice piropos a viejas secas como espartos, éstas reverdecen. Ib.


La sociedad se inventó para liberar al hombre solitario del peso de su propia conciencia y para que se mantenga ocupado en imbecilidades. Ib.


Soy más inútil que una vaca, pero menos perjudicial que un policía. Ib.


Cuando uno es feliz más vale no hacer preguntas. Ib.


"Ahora me doy cuenta de que “relativamente” es la palabra perfecta: quiere decir que sí sin conceder del todo, y quiere decir que no, sin ser descortés." Ib.


"La palabra “impúdicamente” me agrada: vamos a ponerla en práctica." Ib.


Una mañana al despertar Adolfo descubrió que se había vuelto a transformar en un monstruoso ser solitario. Ib.


No pongan flores en mi tumba pues soy alérgico. Ib.


Yo sólo espero que los niños no cambien, que conserven íntegras sus capacidades perversas. Ib.


Luego nos acostamos a descansar y a darnos besos. Unos 700. Ib.


El pelo se desparramaba sobre la sábana blanca y era como si allí mismo estuviera estallando una supernova... Me dediqué a besarla hasta que mis labios tropezaron con el más fresco rincón de su existencia. Ib.


Sus dos pechos eran como las narices de dos ardillas dormidas. Su sexo parecía el dorso de un delfín hundiéndose en el agua cristalina de sus muslos. Ib.


Para que surja el nuevo hombre es necesario que asuma el sentido de su propia irresponsabilidad. Ib.


El poder para los imbéciles. La libertad y la irresponsabilidad para los frenápteros. Ib.


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