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martes, 29 de marzo de 2011

LA NOVELA QUE PRETENDIO OPACAR A CIEN AÑOS DE SOLEDAD

LA NOVELA QUE PRETENDIÓ OPACAR A CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Se anuncia en Barcelona la edición de la Historia de todas las cosas de Marco T. Aguilera

Treinta y seis años después de su primera edición en Buenos Aires, vuelve a ser publicada la novela que pretendió competir en calidad e importancia con Cien años de soledad.  La escribió un joven colombiano de 24 años, que ha cargado injustamente con el estigma de ser un imitador de Gabriel García Márquez. La publicó Ediciones La Flor, del prestigioso editor Daniel Divinsky en 1975, quien se atrevió a escribir las siguientes palabras en la contraportada: “Nos, los editores de este libro, declaramos al lector: 1. Que Aguilera Garramuño no es un seudónimo utilizado por García Márquez para escribir una novela más divertida que Cien años de soledad. Aguilera Garramuño es el de la fotografía y, como se verá, no tiene bigote. 2. Que Breve  historia de todas las cosas es la novela más imaginativa, loca, entretenida y rica que haya pasado en mucho tiempo por nuestras manos. 3. Que garantizamos al lector satisfacción completa. Caso contrario, se le devolverá el importe de su compra en la tienda principal de San Isidro de El General. 4. Que el mencionado pueblo San Isidro de El General no es Macondo, y su único parecido es que ambos sólo podrían estar en Colombia. 5. Que todos los comentarios bibliográficos de este libro van a relacionarlo con García Márquez, siendo esto una mentira: a nosotros nos gusta más Aguilera Garamuño. 6. Con todo lo dicho, ¿no le parece que vale la pena ver qué pasa?”
Efectivamente uno se pregunta qué pasó con esa novela presentada de forma tan insolente. Y esto fue lo que pasó: fue entregada por el autor a García Márquez en su propia mano, Gabo la recibió escéptico, y una semana más tarde llamó a Aguilera Garramuño para felicitarlo. “No creo que sea mejor que  Cien años de soledad, pero no le hace falta. Es una novela extraordinaria y original”. Muchos lectores autorizados pensaron lo mismo y otros, más bien pocos, acusaron a la obra de ser un subproducto del realismo mágico. La edición argentina se vendió bien pero no de la manera copiosa que esperaba el editor, en parte porque Argentina por esos días estaba hundida en la peor crisis de su existencia y gobernada por la feroz tiranía de los militares. Salió una segunda edición de 25 000 ejemplares en Plaza y Janés de Colombia.  Y ahí terminó la carrera de esa novela, que si bien no fue olvidada por la crítica y los lectores, sí fue relegada por su autor, que se dedicó a sobrevivir en Estados Unidos, Colombia y México y que comenzó a publicar otros libros que tuvieron alguna repercusión pero que no llegaron a tener eco mundial. Lo más cerca que estuvo este autor de alcanzar una difusión mundial, fue cuando, en el año 2000, fue finalista del Concurso Alfaguara con su novela El amor y la muerte, concurso que ganara Elena Poniatowska.  La editorial, para evitar comparaciones, ocultó el hecho de que la novela de Aguilera Garramuño había sido finalista. Pero la crítica de muchos países resaltó el hecho y el mismo escritor levantó una polémica contra Alfaguara, afirmando lo que ya se sabe: que se premia lo que se vende, no la calidad, y que ese concurso estaba amañado. Aguilera Garramuño, urguido por una pulsión narrativa y un poder literario que han reconocido críticos de muchos países, a lo largo de los años ha publicado libros que se han transformado en clásicos. Por ejemplo  Cuentos para después de hacer el amor,  que a la fecha lleva 16 ediciones y  El pollo que no quiso ser gallo,  cuentos infantiles, que ha vendido casi 50 000 ejemplares. Emprendió un proyecto del tamaño de  En busca del tiempo perdido, constituido por cinco novelas, de las cuales lleva cinco publicadas:  Mujeres amadas, Las noches de Ventura, La pequeña maestra de violín, La hermosa vida  y una inédita,  El sentido de la melancolía. En la memoria de los lectores queda, sin embargo, la primera novela,  Breve historia de todas las cosas, que fue considerada por Seymour Menton como lo más cercano que se haya escrito a  Cien años de soledad ; se recuerda que esa obra entró en la historia de la literatura latinoamericana exaltada en libros de John Brushwood, Seymour Menton, Raymond Williams, Anderson Imbert  y en artículos publicados en medios literarios de muchos países. La  Estafeta Literaria de Madrid le dedicó una página, y Germán Vargas,  uno de los siete sabios de  Cien años de soledad, destacó su gozosacalidad, así como lo hicieron cien o más críticos. Y aun así el autor decidió dejar relegada esa novela y dedicarse a demostrar que no es, de ninguna manera, una sombra del célebre Gabo. Como dato curioso hay que anotar que años después el filósofo norteamericano Ken Wilbur publicó un libro con el mismo título. Y como dato aun más curioso hay que apuntar que un escritor español publicó, 15 años después de la publicación de  Cuentos para después de hacer el amor,  un libro con el mismo título.
 Pues bien: 36 años después de la publicación de  Breve historia de todas las cosas, una pequeña y prestigiosa editorial de la provincia mexicana llamada Educación y Cultura, publicará una novela que se llama  Historia de todas las cosas.  Es la misma vieja novela, alimentada con la sabiduría narrativa acumulada a lo largo de los años, pero con 220 páginas más. Y ahora sí Aguilera Garramuño afirma que va a demostrar que lo que dijo su editor original, si no era verdad entonces, sí lo es ahora. Si alguien tiene curiosidad por conocer a este extraño escritor colombiano que se ha atrevido a mirar del sol de frente, puede visitar su blog www.mistercolombias.blogspot.com  Y finalmente una noticia: Aguilera Garramuño estará el 5 de octubre dictando una conferencia sobre su obra en la Biblioteca Bòbila de L’ Hospitalet de Llobregat.  En la siguiente dirección se podrá hallar información sobre la novela del autor y la conferencia en Barcelona.

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