Datos tomados del periódico La
Vanguardia de Barcelona, de Europa Press, del blog de la Biblioteca Bobila, de
Suite 101 y de El Ales Gutierrez Daily
El escritor mexi-colombiano Marco Tulio Aguilera,
presentó su novela Mujeres amadas el día
5 de octubre y el día 6 en el Ámbito Cultral de la Puerta del
Sol. (foto.fuente:lavanguardia.com)
Marco
Tulio Aguilera Garramuño, polémico escritor
mexi-colombiano y finalista de los
premios Alfaguara España y Planeta México, estuvo en Madrid y Barcelona, donde presentó la tercera
edición de su novela Mujeres amadas (publicada
por la prestigiosa Editorial de la Universidad Veracruzana) y la primera
edición de una obra mayor, novela de 515 páginas, titulada Historia de todas las cosas.
Una
y otra novelas ya tienen una larga carrera de aceptación crítica y de ediciones
en varios países, pero particularmente Historia
de todas las cosas, sobre la que escribió en escritor, periodista y maestro
del márketing informático Ales Gutiérrez:
“
36 años después de su primera edición en
Argentina, vuelve a ser publicada la obra que pretendió competir en calidad con
"Cien años de soledad".La escribió un joven colombiano que ha cargado
injustamente con el estigma de ser un imitador de Gabriel García Márquez. La
publicó Ediciones La Flor, del prestigioso editor Daniel Divinsky, en 1975;
quien escribió las siguientes palabras en la contraportada: “Nosotros los
editores de este libro, declaramos al lector: Que Aguilera Garramuño no es un seudónimo utilizado por
García Márquez para escribir una novela más divertida que "Cien años de
soledad". Aguilera Garramuño es el de la fotografía, y no tiene bigote.Que
"Breve historia de todas las cosas" es la novela más imaginativa,
loca, entretenida y rica que haya pasado en mucho tiempo por nuestras manos.Que
garantizamos al lector satisfacción completa, si no se le devolverá el importe
de su compra en la tienda principal de San Isidro de El General.Que el pueblo
San Isidro de El General no es Macondo y su único parecido es que ambos sólo
podrían estar en Colombia.Que todos los comentarios bibliográficos de este
libro lo relacionaran con García Márquez, siendo esto una mentira: a nosotros
nos gusta más Aguilera. La novela fue
entregada por el autor a García Márquez en su propia mano, Gabo la recibió
escéptico y una semana más tarde llamó a Aguilera Garramuño para felicitarlo. “No
creo que sea mejor que Cien años de soledad, pero no le hace falta. Es una
novela extraordinaria y original”.
Por
una parte Aguilera Garramuño dice que no le agrada mucho que lo comparen con el
premio Nobel Gabriel García Márquez y por otra parte cultiva una
obsesión por su compatriota que llega a ser molesta Al respecto ha publicado un
libro, Poéticas y obsesiones, en la misma editorial donde trabaja en el que
reproduce varias entrevistas reales con Gabo
y una entrevista imaginaria.
Cuando
el escritor maxi- colombiano vio publicada su primera novela Breve historia
de todas las cosas en Buenos Aires (tenía 24 años de edad) hubo diversas
reacciones críticas, algunas excesivamente elogiosas y otras, pocas,
colocándolo a la sombra de García Márquez, debido a que su primera creación
tenía cierta relación con Cien años de soledad, no sólo por la semejanza
en cuanto a las técnicas literarias, sino por un pueblo imaginativo de que
habla la novela, que podría recordar a Macondo.
El
escritor colombiano, que reside en México hace ya varios años, estuvo en
Barcelona a principios de octubre para hablar de El libro de la vida,
una pentalogía del tamaño de En busca del tiempo perdido, de la que
tiene publicados los cuatro primeros libros (Mujeres amadas, Las
noches de Ventura, La pequeña maestra de violín y La hermosa
Marco
Tulio Aguilera Garramuño habló con La Vanguardia.com antes de su viaje y estas son las opreguntas que
le planteamos y las respuestas que nos dio.
Usted
es muy conocido en América Latina pero en España no tanto, pese a que fue finalista
del premio Alfaguara de novela del año 2000 con la obra El amor y la muerte.
¿A qué cree que se debe esa falta de diálogo literario entre los dos
continentes?
Hay
que aclarar que fui finalista del Premio Alfaguara pero eso no se difundió. Fui
llamado a la oficina de Marisol Schutlz, directora de Alfaguara en México. Ella
me dijo que el Premio estaba entre la novela de un escritor mexicano y mi
novela El amor y la muerte. Marisol me preguntó si yo estaba listo para
asumir un premio del tamaño del Alfaguara, con todo lo que ello implicaba de
viajes y compromisos. Le dije que naturalmente estaba listo y que desde que
comencé a escribir había estado listo para todo lo que la profesión implicara.
Ella me dijo que ganara o no, de todos modos la Editorial iba a publicar todas
mis obras, una por una, hasta completar el catálogo completo de mis libros. No
sucedió ni lo uno ni lo otro. El premio le fue concedido a La piel del cielo,
de Elena Poniatowska. Mi novela fue publicada en edición limitada en Colombia y
luego México no quiso reeditarla. La obra recibió crítica entusiasta y
abundante en muchos países. Y eso fue todo. Luego publicaron Cuentos para
después de hacer el amor en Punto de Lectura México y España y El pollo
que no quiso ser gallo en Alfaguara infantil. La promesa de publicar mis
otros libros no se cumplió.
Como escritor de largo recorrido ¿Cómo se define?
Soy una persona extremadamente
disciplinada, tanto en mi trabajo como escritor, como en mi labor como lector
de la Editorial de la Universidad Veracruzana y en actividades deportivas. Fui
fondista en mis años universitarios en Colombia, basquetbolista en Estados
Unidos y México y actualmente soy nadador de categoría máster. Participo en
competencias con frecuencia y lo mínimo que he alcanzado a nivel de
competencias amateur son dos medallas de plata y lo máximo seis medallas de
plata y una de bronce. Mis libros los trabajo por muchos años y son el fruto de
largas investigaciones y de muchas escrituras, reescrituras y correcciones. Si
he de definirme debo decir que soy una persona que cumple sus objetivos con una
terquedad casi invulnerable y que habitualmente cumple sus caprichos, en
ocasiones granjeándose buena cantidad de enemigos y malquerientes.
¿Cuáles son sus motivaciones literarias y de qué fuentes ha bebido?
Cuando
publiqué mi primera novela algunos críticos y lectores dijeron que yo era un
imitador de García Márquez. Muchos otros lectores, entre ellos el mismo García
Márquez negaron esto. Se me encasilló como uno de los fundadores del post
boom. Creo que con el resto de mis obras, que suman casi 30 libros, he
demostrado tener mi propio mundo. He tenido algunas obras que podrían
calificarse como "éxitos": por ejemplo Cuentos para después de
hacer el amor, que ya lleva 14 ediciones y El pollo que no quiso ser
gallo, que ya se acerca a los 50.000 ejemplares vendidos en Latinoamérica.
Hay quienes me atribuyen cercanía a Henry Miller, Rabelais, Rubem Fonseca,
Cabrera Infante, lo que no me molesta en lo más mínimo.
¿Es el narrador un mentiroso compulsivo? ¿Cuál es su relación con la
sinceridad y la mentira?
El
narrador es un mentiroso que descubre o busca verdades. Para mí el buen
escritor es el que dice lo que nadie se atreve a decir o el que descubre lo que
nadie hasta ahora ha descubierto. Como persona pública practico una sinceridad
a veces insultante; como critico literario no me permito nunca adular buscando
mi propio interés. Tengo una costumbre que a veces puede parecer chocante:
defenestrar crítica y analíticamente los libros que son lanzados como si fueran
obras maestras y que en realidad son fantoches publicitarios. Lo he hecho
varias veces con libros que reciben grandes premios literarios.
Dentro de su trayectoria como escritor encontramos una cantidad importante
de publicaciones en el ámbito del cuento y la narrativa ¿En cuál de esos
géneros se siente más cómodo y por qué?
Cuentos y novelas son territorios en
los que me siento a gusto. Creo haberle atinado en algunas obras a la escritura
de buenos cuentos y de novelas bastante legibles. Algunas han tenido ediciones
limitadas y poca repercusión. Esto lo atribuyo a que yo me dedico básicamente a
escribir, y cuando publico un libro, me olvido de él y me dedico a pensar en lo
que ha de venir. Tres veces fui representado por Carmen Balcells, la
representante del boom, y en las tres
terminamos distanciándonos, más por mi culpa que por la de su agencia. Cuando
ellos estaban negociando yo quería meter la cuchara, y eso no lo acepta la
agencia. Después tuve otro representante colombiano que terminó estafándome.
Entonces tomé la decisión de rascarme mis propias pulgas. El hecho de que yo
viva en la periferia y no en una gran ciudad, ha favorecido que yo no tenga
mucha exposición… lo que me parece muy bien, pues para un megalómano como yo lo
mejor es que lo ignoren. Vivo en Xalapa, una ciudad de la provincia mexicana, y
aquí he encontrado buen acomodo: llevo una vida tranquila, sin mucho traqueteo,
sin demasiados viajes a ferias, conferencias, congresos y ello ha favorecido mi
trabajo literario. Si viviera en Barcelona o el Distrito Federal en México,
posiblemente me habría dedicado a la farándula literaria, a la figuración y
habría terminado escribiendo la habitual basura de los adictos a la figuración.
Alguna vez se dijo de usted que sería el sucesor de García Márquez. ¿Esa aseveración
ha marcado, de alguna manera, sus ambiciones literarias?
Sin duda García Márquez me marcó. Mi
primera novela, Breve historia de todas las cosas tiene una relación
directa con Cien años de soledad, no sólo por el manejo de técnicas
literarias semejantes sino porque pinta un pueblo muy particular, muy
imaginativo, que podría recordar a Macondo. Este hecho hizo que el primer
editor de esta novela, Daniel Divinsky, de Ediciones La Flor, de Buenos Aires,
afirmara que a él le gustaba más mi novela que Cien años de soledad.
García Márquez la leyó en tiempo récord y me llamó para felicitarme. Y muchas
veces, en privado, ha hecho excelentes comentarios sobre ella. Pero me dijo,
como le ha dicho a muchos otros autores: "Nunca voy a hablar públicamente
bien de tu novela porque eso te perjudicaría. Una vez hablé bien de un escritor
y ya nunca volvió a escribir nada bueno". Lo que yo le respondí en esa
oportunidad a Gabo fue: "Puedes hablar bien de mí, puesto que yo tengo tan
alta ser".
En Facebook ha circulado una especie de mito o chisme: que usted es el
escritor fantasma que ha escrito las obras de García Márquez a partir del
comienzo de sus enfermedades. ¿Qué opina de eso?
Es una buena
fantasía que no me hubiera gustado cumplir. Estoy satisfecho con las obras que
he escrito. No envidio las obras de García Márquez pero sí sus derechos de
autor. Conozco a la persona que inventó esa historia: se apellida Goussen, es
nicaragüense y lector de mis obras desde hace muchos años.
Usted es colombiano de nacimiento pero
reside en México desde hace más de treinta años. ¿La experiencia de la
migración ha marcado de algún modo su obra y su relación con la realidad?
Vivo en México hace más de 30 años pero
sigo siendo colombiano no sé si por romanticismo, por terquedad, nostalgia,
pereza de hacer trámites o por llevarle la contraria a la corriente que tiende
a denigrar de la nacionalidad colombiana. Tal vez si viviera en Colombia mis
temáticas habrían cambiado pero no mi espíritu ni mi empecinamiento. Pero éstas
son elucubraciones ociosas. Como sólo tenemos acceso a una dimensión
espacio-temporal, puedo hablar de lo que he vivido, no de lo que podría haber
vivido.
¿Cómo ve la situación actual de la literatura en América Latina y cuáles
cree usted que son las señas de identidad de sus escritores?
Hay una tendencia a negar los orígenes
entre los escritores latinoamericanos que han alcanzado una buena difusión en
Europa. Muchos de ellos quieren escribir como europeos, quieren ser universales
a costa de olvidarse de sus fuentes. A eso se ha llamado "negar las
raíces", usando un término bastante maniqueo. Opino que el problema no es
que nieguen sus orígenes, sino que comienzan a plegarse a las exigencias de un
mercado que les exige una especie de estandarización. Es claro que a pesar de
esto Latinoamérica sigue siendo un surtidor prácticamente inagotable de buena
literatura, que de alguna forma opaca lo que se hace en España. Fuera de
Reverte y algunos best sellers españoles casi nada llega a las librerías de
Latinoamérica, mientras que en España siguen campeando unos buenos nombres de
autores latinoamericanos muy legibles, varios de ellos mexicanos y colombianos.
Entiendo que España esté ofendida por el hecho de que casi todos los grandes
premios se los lleven los escritores latinoamericanos… Pero es un hecho: la
buena literatura se sigue produciendo en Colombia, Argentina, México, Perú.
Y para terminar, usted ha ganado un número considerable de concursos
literarios. ¿Ayudan estos eventos a depurar la calidad creativa o son, al contrario,
nuevas formas de mercantilizar la literatura?
Los
premios me han ayudado a saltar trancas, a publicar en grandes editoriales sin
hacer antesalas, a construir una buena casa para mi familia, me han dado
desahogo pero no fortuna, me han permitido hacer viajes y me han dado
reconocimiento en varios países. En general los premios que ayudan a elevar la
calidad de la literatura son los pequeños premios. Hasta el momento no he
recibido ningún premio verdaderamente grande. He sido finalista en Alfaguara España
y Planeta México. Por otra parte es bien sabido que los grandes premios están
casi todos viciados. ¿Quién entiende que se le dé un Planeta a Camilo José
Cela, un Alfaguara a Vargas Llosa o a Savater? La mercantilización es la que
domina. Me encantaría que a los miembros de los jurados de esos grandes premios
se les hiciera un examen a ver si de verdad leyeron diez de los 500 o más
libros de concurso. Los premios los terminan dando los editores y los grandes
nombres son sólo pantallas.
Aguilera
Garramuño fue acogido cálidamente en España por Manuel Ortuño, editor de Trama
Editorial, quien organizó una comida en su honor, a la que asistieron
personajes de la vida cultural madrileña. En Barcelona tuvo el apoyo del
escritor uruguayo Héctor
D’Alessandro, del maestro de márketing y
escritor Ales Gutiérrez, de la poeta Martha Cedeño. El autor dejó una donación
de sus libros y de libros de la Universidad Veracruzana en la Biblioteca Bobila
de L Hospitalet de Llobergat, donde el director de esa institución programó una
conferencia.
Finalmente
Manuel Ortuño y Aguilera Garramuño llegaron a un acuerdo para que el segundo lo
represente en España. Durante todas las presentaciones el escritor estuvo
acompañado por Ricardo Moreno Botello, su editor mexicano, y por Cecilia
Botello, subdirectosra de la Editorial Educación y Cultura.
La novela que
pretendió opacar a "Cien años de soledad"
Alexandri
Gutiérrez Hortua
garramuño
- autorizado del blog del autor
36 años después de su primera edición en
Argentina, vuelve a ser publicada la obra que pretendió competir en calidad con
"Cien años de soledad".
La escribió un joven colombiano que ha cargado
injustamente con el estigma de ser un imitador de Gabriel García Márquez. La
publicó Ediciones La Flor, del prestigioso editor Daniel Divinsky, en 1975;
quien escribió las siguientes palabras en la contraportada: “Nosotros los
editores de este libro, declaramos al lector:
- Que
Aguilera Garramuño no es un seudónimo utilizado por García Márquez para
escribir una novela más divertida que "Cien años de soledad".
Aguilera Garramuño es el de la fotografía, y no tiene bigote.
- Que
"Breve historia de todas las cosas" es la novela más
imaginativa, loca, entretenida y rica que haya pasado en mucho tiempo por
nuestras manos.
- Que
garantizamos al lector satisfacción completa, si no se le devolverá el
importe de su compra en la tienda principal de San Isidro de El General.
- Que
el pueblo San Isidro de El General no es Macondo y su único parecido es
que ambos sólo podrían estar en Colombia.
- Que
todos los comentarios bibliográficos de este libro lo relacionaran con
García Márquez, siendo esto una mentira: a nosotros nos gusta más Aguilera
Garamuño.""
La novela fue entregada por el autor a García
Márquez en su propia mano, Gabo la recibió escéptico y una semana más tarde
llamó a Aguilera Garramuño para felicitarlo. “No creo que sea mejor que Cien
años de soledad, pero no le hace falta. Es una novela extraordinaria y
original”.
Muchos lectores autorizados pensaron lo mismo y
unos pocos acusaron a la obra de ser un subproducto del realismo mágico. La
edición argentina no se vendió de manera tan copiosa como esperaba el editor,
pues Argentina por esos días estaba en la peor crisis de su existencia y
gobernada por la feroz tiranía de los militares.
Salió una segunda edición de 25.000 ejemplares
en Plaza y Janés de Colombia, y ahí terminó la carrera de la novela, que no fue
olvidada por la crítica y los lectores, pero sí relegada por su autor, que se
dedicó a sobrevivir en Estados Unidos, Colombia y México, y que comenzó a
publicar otros libros que tuvieron repercusión pero no llegaron a tener eco
mundial.
Proceso y obras
del escritor colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño
Lo más cerca que estuvo de alcanzar difusión
mundial, fue en el año 2000, cuando quedó finalista del Concurso Alfaguara con su
novela El amor y la muerte, concurso que ganara Elena Poniatowska. La
editorial ocultó que la novela de Garramuño había sido finalista, pero la
crítica de muchos países subrayó dicha actitud y el escritor levantó una
polémica contra Alfaguara, afirmando que se premia lo que se vende, no la
calidad.
Aguilera Garramuño, urgido por una pulsión
narrativa y un poder literario que han reconocido críticos de muchos países, ha
publicado libros que se han transformado en clásicos. Por ejemplo Cuentos
para después de hacer el amor, que a la fecha lleva 16 ediciones y El
pollo que no quiso ser gallo, cuentos infantiles, que ha vendido casi
50.000 ejemplares.
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Emprendió un proyecto del tamaño de En busca
del tiempo perdido, constituido por cinco novelas, de las cuales lleva
cinco publicadas: Mujeres amadas, Las noches de Ventura, La pequeña maestra
de violín, La hermosa vida y una inédita, El sentido de la melancolía.
Recuperación,
reedición y publicación de la antigua obra
En la memoria de los lectores quedó, sin
embargo, la primera novela, Breve historia de todas las cosas;
que fue considerada por Seymour Menton como lo más cercano que se haya
escrito a Cien años de soledad; se recuerda que esa obra entró en la
historia de la literatura latinoamericana exaltada en libros de John Brushwood,
Seymour Menton, Raymond Williams, Anderson Imbert y en artículos de medios
literarios de muchos países.
La Estafeta Literaria de Madrid le dedicó
una página, y Germán Vargas, uno de los siete sabios de Cien años de soledad,
destacó su gozosa calidad, así como lo hicieron más de 100 críticos. Aun así el
autor decidió dejar relegada esa novela y dedicarse a demostrar que no es, de
ninguna manera, una sombra del célebre Gabo.
Como dato curioso, años después el filósofo
norteamericano Ken Wilber publicó un libro con el mismo título. Y aun más
curioso, un escritor español, 15 años después de la publicación de Cuentos
para después de hacer el amor, publicó un libro con el mismo título.
36 años después de la publicación de Breve
historia de todas las cosas, una pequeña y prestigiosa editorial del estado
de Puebla, llamada Educación y Cultura, publicará una novela que se llama Historia de todas las cosas.
Es la misma vieja novela, alimentada con la experiencia narrativa a lo
largo de los años, y con 220 páginas más. Aguilera Garramuño afirma que va a
demostrar que lo que dijo su editor original, si no era verdad entonces, sí lo
es ahora.
Copyright del artículo: Alexandri
Gutiérrez Hortua. Contacta con el autor de este artículo para
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